jueves, 23 de abril de 2009


Y con risa en el estómago caímos agotados en el pasto.
¿Qué adictiva droga es la que sale de tu cuello y penetra en mi alma hasta caída la noche?
Me miras con más de una sonrisa en la cara y me doy cuenta de la perfección de tus cejas. Como dibujadas con tinta negra. Armoniosas, perfectas.
- Yo te amo.
- Yo también Matías.
- Pero mirame. Mirame y di que me amas.
- Es lo mismo.
- No, mirame.
- No hay diferencia.
- Yo te amo.
- Yo también.
- Mentira.
- Me debes muchas Matías, déjame no amarte por hoy.
Tus enormes ojos se clavaron en mi pelo como los virus en las células y me invadieron unas ganas odiosas de no verte más.
Tu presencia hoy incomoda, no como ayer, pero aún así te abrazé como tratando de integrarte en mi cuerpo, para que te quedarás ahí siempre que te necesitará. Pero no funcionó.
Noviembre, 2008.-