lunes, 25 de mayo de 2009


Soy yo la que te engrandesco cada día con mis historias. Porque en realidad eres nada.
Simple tilde en una palabra menos compleja de lo que parece.
Acompañamiento de mi inspiración. Error con justificación.
Brillas porque yo quiero que lo hagas. Sin mi tu tosca ignorancia no sería atractiva.
Agradeceme porque te hise un altar frente a mi gente, que ahora cree sin atreverse a apelar, que tu cerebro y corazón son misteriosos e intrigantes laberintos de saber y emoción.
Te bautizé como Toro, pero no eres más que un simple burro sumido en el oscurantismo.
Mayo, 2009.-

miércoles, 20 de mayo de 2009


Veo pasar la vida cual bendito cometa.
Me veo breve y vasía, eximida de abrazos.
Tentada por un ahora certero.
Corazón otoñal, sonrisa maldita.
Eres un vil pasajero en este tren,
y yo pretendo saberte entero.
Hoy la luna no me salva. Me abandona.
Muralla de ego nos separa.
Sueños soñados me acosan cada noche, cada día.
Pequeña, grande, alta y baja,
con fresas en los labios,
roja, morada, verde y amarilla,
con ojos cavilantes.
Mayo, 2009.-

domingo, 10 de mayo de 2009

Los sueños de la luna

Te conocí una fría noche de noviembre. Estabas sentado, indiferente y sin mirarme los ojos. Quise saludarte, pero un infinito cosquilleo me sacudió el cuerpo y no pude moverme.
Cuando entendiste mi quinésico lenguaje te acercaste tú mismo, te aferraste a mi mejilla con seguridad y la besaste sin respirar. ¡Vaya adictiva fragancia que se desprendía de tu cuello y se sumergía en cada esquina de mi cuerpo para estremecerla sin piedad!
Te miré con la más improvisada de mis sonrisas.
Las luces de la habitación te iluminaban el rostro, el aire me helaba los huesos y tus manos no querían dejar de besar las mías.
Reservado de cariño y egoísta de abrazos, conquistaste mi corazón con cada infinita pestaña que nacía y moría en algún lugar indeterminado de tus ojos color monotonía.

Apreté fuerte los párpados y abrí rápido el corazón para así no arrepentirme luego.
La perfección de tu imponente presencia derretía cada trocito aislado de hielo existente en mi ser y a cambio dejaba un beso por cada herida pasada, acariciando nuestro futuro con suaves plumas de ilusión desenfrenada.
Tu risa me perfumaba la cara cada vez que de tus carnosos labios se desprendía la más espontánea y sincera carcajada jamás escuchada por algún habitante de este planeta. Sólo yo podía escuchar tan armonioso calor con sabor a música que salía de tu boca. Y era solo yo quien disfrutaba escuchándote reír, porque nadie más lo hacía.
Estábamos tan lejos de todos, tan lejos de la rutina y la realidad, que solo yo te escuchaba.Pero aún así no logré oír los frenéticos gritos de tu corazón pidiendo libertad.
Despierta.
Cuando cerró los ojos intentando inyectar morfina a su corazón agonizante, nunca imaginó que al abrirlos algo peor le esperaba. Un beso indiferente recorre tu lengua. Sientes como sus manos te tocan, pero no te aman y haces caso omiso a la advertencia de "peligro" pegado en su frente.
El deseo te gana y entras en su juego, ingenua. Más bien tonta. Tu pelo, tu cara, tus manos, tus piernas, tu cuello. Todo está a su merced. Podría hacer y deshacer como quisiera con tu corazón, pero no lo hace. Por ahora.
Despierta.
Río de amores recorrieron mi corazón. Despertaron la escurridiza Afrodita dentro de mí, y pulverizaron utópicas ilusiones.
Pero tú, toro regido por Venus, tú llegaste donde nadie.
Fuiste autor del los mil y un besos impregnados a mi piel. Culpable de cada mariposa dentro de mi estómago y testigo omnisciente de las frases que brotaban de mi alma, salían por mis labios y se derretían en los tuyos.
Despierta.
Ahora esa escalera, que fue cómplice nocturno de risas y besos, te mira con lástima por la poca capacidad mental que puede llegar a tener una mujer enamorada.
Sola te quedaste. ¿Por qué? No sé.
- ¡Despierta mujer! Y tráeme el desayuno.
Abriste los ojos de sorpresa saltando de impresión. La cama se estremeció con tu reacción, y ahí estaba él, imponente y traicionero como lo soñaste. Te miraba con ojos de niño hambriento y macho activo.
- Mi amor, tuve un sueño.
- El café bien cargado, como me gusta.
- Soñé que me querías. Fuiste la onírica imperfección que mi alma necesitaba.
- Pan con queso derretido estaría bien.
- Pero que luego me dejabas. No tuviste razón ni piedad. ¿Es eso posible?
- ¡Ah! Y tráeme el diario, que ayer no alcancé a leerlo.
- Mi amor, cada uno de tus defectos y tus virtudes… ¡Ay, dios santo!, me seducían con un suave aroma a rosa. Me amabas con odio, y yo te odiaba con furia por tu amor a medio andar. Me dejaste sentada en la escalera de nuestra juventud, y te fuiste sin aviso. Pero aún así me querías, me amabas, yo era tu vida y muerte. Era tu eternidad y presente. Me amabas, me adorabas.
- ¡Tengo hambre!
- ¡Soñé que me quisiste!
- Cariño, solo fue un sueño.
- Pero mi amor, la vida es sueño.
- Sí, pero los sueños, sueños son.
Mayo, 2009.-
Toroluna♥