martes, 7 de abril de 2009


Casi no te quedaban palabras en la boca, ni besos para dar.
Reservado de cariño y egoísta de abrazos, conquistaste mi corazón con cada infinita pestaña que nacía y moría en algún lugar indeterminado de tus ojos color monotonía.
Apreté fuerte los párpados y abrí rápido el corazón para así no arrepentirme luego.
La perfección de tu imponente precencia derretía cada trocito aislado de hielo existente en mi ser y a cambio dejaba un beso por cada herida pasada, acariciando nuestro futuro con suaves plumas de ilusión desenfrenada.
Tu risa me perfumaba la cara cada vez que de tus carnosos labios se desprendía la más espontánea y sincera carcajada jamás escuchada por algún habitante de este planeta. Sólo yo podía escuchar tan armonioso calor con sabor a música que salia de tu boca. Y era solo yo quien disfrutaba escuchandote reir, porque nadie más lo hacía. Estabamos tan lejos de todos, tan lejos de la rutina y la realidad, que solo yo te escuchaba.
Pero aún así no logré oir los freneticos gritos de tu corazón pidiendo libertad.
- Ven, sientate junto a mi.
Cuando cerró los ojos intentando injectar morfina a su corazón agonizante, nunca imaginó que al abrirlos algo peor le esperaba.
Un beso indiferente recorre tu lengua. Sientes como sus manos te tocan, pero no te aman y haces caso omiso a la advertencia de "peligro" pegado en su frente.
El deseo te gana y entras en su juego, ingenua. Más bien tonta.
Tu pelo, tu cara, tus manos, tus piernas, tu cuello. Todo está a su merced. Podría hacer y deshacer como quisiera con tu corazón, pero no lo hace. Por ahora.
Extracto del cuento para el concurso literario.
Abril, 2009.-

1 comentario:

maka dijo...

poetisa culia, ponle trama
JAJAJA te ami